Cuando alguien le plantea a una persona
conocida la posibilidad de ir a terapia psicológica, las respuestas más comunes
pueden ser:
“Mis
problemas los tengo que solucionar yo”
“Cómo
le voy a contar mis problemas a alguien que no me conoce…”
“Ya
me desahogo con mis amigxs…”
“¿Para
qué, si no estoy locx?”
Estas posibles respuestas esconden
prejuicios y desconocimiento acerca de qué es y para qué sirve la psicoterapia.
La terapia psicológica tiene como meta
el mejorar el bienestar subjetivo de la persona a través de los siguientes
objetivos generales:
- Fomentar la toma de
conciencia
- Apoyar
- Escuchar
- Contener
- Acompañar
- Ayudar a gestionar
- Promover una mirada desde
distintas perspectivas
- Proporcionar un espacio de libertad de expresión, sin juicio
Las situaciones por las que las personas
acuden a una profesional de la psicología son muy diversas, y difieren de una
persona a otra. Entre ellas, y dejando a un lado las más evidentes por la
presencia de un trastorno mental, pueden encontrarse las siguientes:
- Dificultades para la toma de decisiones.
- Variación en el estado anímico.
- Dificultades para afrontar situaciones estresantes puntuales.
- Sentir la necesidad de hacer un cambio en la vida y no saber cómo
gestionarlo.
- Duelo.
- Relaciones familiares con conflictos.
- Problemas en la relación de pareja.
- Miedos y traumas.
- No sentirse bien consigo misma.
-
Necesidad de crecimiento
personal
El ir a terapia supone reconocer de
alguna manera que se está en una situación en la que los recursos personales
pueden no estar siendo utilizados de la manera más eficaz posible, o que
disponemos de otros que no estamos acostumbrados a poner en marcha. La terapia
se trata de un entrenamiento en diferentes situaciones a pequeña escala y en un
contexto seguro, potenciando no sólo una toma de conciencia que permita una
mirada distinta, sino que está produzca un cambio en la acción.
Por otro lado, solemos tener un discurso
muy cerrado de la problemática y necesitamos incorporar a esta narrativa
información que inconscientemente dejamos fuera.
También durante el proceso terapéutico,
al considerar otras perspectivas o explicaciones, pueden llegar a entenderse
ciertas actitudes o formas de reaccionar ante diferentes experiencias y así
empezar a afrontarlas de manera diferente.
Por último, el elemento central de la
terapia es el vínculo terapéutico, que se ha demostrado como la clave esencial
para que el proceso terapéutico se desarrolle de manera positiva tanto, para la
persona que acude a terapia como para la terapeuta.
Nuestra propuesta pretende
desestigmatizar mitos respecto al espacio terapéutico, invitando a adoptar una
perspectiva más ajustada acerca de la utilidad que tiene la terapia
psicológica.
Todas las personas, al
menos, en algún momento de nuestro ciclo vital hemos necesitado, necesitaremos
o necesitamos de los beneficios de la psicoterapia.
¡Buena semana!
Ángela
y Carolina