¡Alerta!
Una vez más, la teoría del apego nos da
deliciosas explicaciones.
Hay personas que advierten, nada más
conocer al terapeuta, que ya han visitado muchos otros psicólogos y que con ninguno ha
logrado terminar la terapia porque “el terapeuta no consigue que yo
cambie”, o porque “no conectábamos bien” o “sentía que no me entendía”…
Todas y cada una, muestras de apego
inseguro ambivalente.
Seguramente son personas que no logran
ser persistentes en muchas otras tareas. Podemos fácilmente detectar su
inseguridad ante la adversidad, labilidad afectiva, miedo a afrontar las
obligaciones y compromisos y cierta inestabilidad al relacionarse con sus
pares. El denominador común es la “inconsistencia”.
¿Por qué ha de ser consistente ahora con
un nuevo terapeuta? Estará replicando su modo de afrontar la vida en pequeña escala.
Desertar es algo conocido para estas personas. ¿Qué puede esperarse de alguien
que, al enfrentarse por primera vez a la vida, sólo algunas veces recibía de
sus figuras de apego (normalmente sus padres) la satisfacción de sus
necesidades? No estamos hablando de necesidades complejas, más bien de
necesidades básicas: hambre, sueño, malestar, dolor o incomodidad, necesidad de
contacto, de atención… de “seguridad”. El mensaje que descifra un bebé
cuando sus necesidades son insatisfechas es “el mundo es un lugar
impredecible”. Todo indica que la vida es un pasaje por la
adversidad, en la que sólo A VECES yo cuento para el otro y para mí mismo.
Por lo tanto, aunque como terapeutas nos
podemos sentir atacados, puestos a prueba o "cortados de cabeza", en realidad lo
que tenemos en frente es un niño o niña que busca en la vida algo seguro, por lo que hay que intentar no caer en la tentación de comprobar que nosotros sí valemos la pena más que
el o los anteriores, en calidad autoritaria de “expertos”, o pedir
explicaciones de por qué no consigue seguir los procesos terapéuticos. Más
bien, lo primero que se debe apoyar y confirmar, es que éste es un sitio
seguro, que aquí puede ser quien le apetezca, que aquí no habrá juicio, que
será escuchado y todo lo que surja como necesidad, será respetada y atendida.
Esta nueva relación no es ambivalente. Confrontar todo intento del paciente por
confirmar ese modelo aprendido. Aquí y entre nosotros: SIEMPRE.
Reparar ese apego experimentado asegurará
la continuidad en el proceso terapéutico y el cambio deseado. Reparar ese apego
significa un cambio en las relaciones con los pares, un cambio en la relación
con uno mismo, un cambio al enfrentar la vida desde un lugar seguro: el propio.